“Pienso, luego somos”
“Nadie sabe todo, todos saben algo”
“Nosotros somos el Conocimiento”
“El Conocimiento es una mercancía”
“Construir el conocimiento es el primer paso para destruirlo”.
Estas cinco ideas fuerza forman
el anclaje potenciador de cambios en el ámbito educativo desde la perspectiva
de Zygmunt Bauman y Pierre Lévy.
Cada uno desde su perspectiva
analiza las transformaciones postmodernistas que están ocurriendo en los campos
del conocimiento humano y la sociedad.
Economía, antropología,
sociología ciencia, cultura y tecnología son los ejes disciplinares en los
cuales desarrollan su cosmovisión.
Después de analizar los conceptos
de “modernidad líquida” de Bauman e “Inteligencia colectiva” de Lévy, podemos
encontrar varias diferencias en sus argumentaciones. Para efectos de esta exposición, bastará con
citar tres de ellas:
1) La visión pesimista del
presente de Bauman se puede resumir en la frase “La verdadera pasión de nuestro
tiempo es deshacerse de las cosas, de descartarlas, de arrojarlas al cubo de
basura”. Nada, en este mundo de la
modernidad líquida, permanece. Nada es inmutable, ni siquiera los hábitos
humanos.
Lévy, con una óptica más
optimista, ve este proceso de cambio continuo y permanente, como una
oportunidad de alcanzar un nuevo umbral de “hominización”, donde se inventen “progresivamente
Las técnicas, los sistemas de signos, las formas de organización social y de
regulación que nos permitirían pensar juntos, concentrar nuestras fuerzas
intelectuales y espirituales, multiplicar nuestras imaginaciones y nuestras
experiencias, negociar en tiempo real y a todas las escalas las soluciones
prácticas a los problemas complejos que debemos afrontar.”
2) Para Bauman, el conocimiento
se ajusta “al uso instantáneo y se concibe para que se utilice una sola vez”. Esto se puede observar a través de la obsolescencia
cada vez mayor tanto de los programas de software como de hardware informático
y tecnológico, donde la novedad es símbolo de estatus: “Usted ya no puede
presentarse en público con ese
móvil que tiene
ahora….vea los nuevos modelos”. El conocimiento, como
mercancía, es rápidamente reemplazado por versiones “nuevas y mejoradas” que
pretenden tener características diferenciales pero al mismo tiempo tan
transitorias como los productos mercantiles que desechamos porque ya no son
novedosos.
A pesar de lo anterior, Lévy
sostiene que este vertiginoso transcurrir de nuevos conocimientos y
configuraciones inestables, aunado con la aparición de nuevos instrumentos (los
del ciberespacio) capaces “de hacer surgir bajo la bruma de la información
paisajes inéditos y distintos, identidades singulares propias de este espacio y
nuevas figuras sociohistóricas”, es una gran oportunidad para el hombre de “localizarse
a sí mismo y reconocer a los demás en función de los intereses, las
competencias, los proyectos, los medios y de las identidades mutuas en el nuevo
espacio.”
3) Para Bauman, el conocimiento
se ha convertido en una mercancía, ya que se pueden patentar porciones de
conocimiento con el propósito de impedir las réplicas o constituyen secretos
cuidadosamente guardados mientras están en proceso de desarrollo.
Lévy contradice lo anterior al
afirmar que los conocimientos oficialmente validados representan hoy una “ínfima
minoría” frente a los que son activos. El conocimiento no solamente tiene como
finalidad una mejor administración de las competencias en las empresas y
colectivos sino también posee una dimensión ético-política: “no reconocer al
otro en su inteligencia es negar su verdadera identidad social, es alimentar su
resentimiento y su hostilidad, es sustentar la humillación, la frustración de
la que nace la violencia.” El conocimiento “es también un savoir-vivre, es indisociable de la construcción y de la habitación
de un mundo, incorpora el largo tiempo de la vida.”





Hola Jaime,
ResponderBorrarYo considero que el análisis de Bauman está incompleto, establece que en el contexto de la modernidad líquida en que se aplica el mercantilismo prácticamente a todos los aspectos de la vida, es crítico que el conocimiento y la educación se vean como productos de usar y tirar y no se establezca el compromiso a largo plazo, me parece que identifica un problema, pero no adelanta alguna propuesta de solución, el pensamiento de Lévy bien podría ser la ruta hacia esa posible solución justamente con la integración de una inteligencia colectiva que nos permita construir una nueva identidad a partir de la cual cada uno de nosotros nos pensemos en el mundo y a través de ella reconozcamos a los demás como portadores de conocimientos y competencias que además nos enriquezcan a ambas partes.
Por otro lado, considero que has hecho una reflexión muy completa de ambas lecturas, gracias por compartirla en este tu espacio.
Sigo leyéndote.