Por la extensión de las aportaciones realizadas en los diversos foros correspondientes al Nodo VI, en este espacio solamente expresare algunos de los conceptos vertidos en el mismo y los cuales me parecen más significativos.
El texto completo de cada una de las aportaciones lo puede leer aquí.
La Generación C está originalmente asociada con el consumo digital, de ahí
la letra “C”, pero su evolución la ha convertido en una nueva y poderosa fuerza
cultural y de coyuntura, ya que hoy la letra que los identifica tiene otros
significados y otras implicaciones.
Como hemos visto a lo largo del Nodo III y el VI, la Generación C hoy está
más identificada con la búsqueda incesante de Creación, Contenido, Conectividad
y Comunidad, es decir, son todos aquellos internautas que van un paso adelante
del promedio y que ciertamente también están adelantados al tiempo e, incluso,
a muchas tecnologías.
La Generación C se sabe pionera y se siente bien al ser parte de la vanguardia
tecnológica y digital. De acuerdo a un estudio publicado por Think Insights, un rasgo importante es
que el 80% está conformado por los usuarios denominados Millenials, internautas que se hicieron mayores de edad con la
llegada del nuevo milenio y que hoy son la principal audiencia de Facebook. [1]
[1] http://ssl.gstatic.com/intl/es-419_ALL/think/docs/introducing-gen-c-the-youtube-generation_research-studies.pdf
La generación de contenidos en las plataformas digitales y particularmente
en las redes sociales es lo que más hacen los miembros de esta generación, ya
que no se limitan a compartir, sino a crear, pues parte de su personalidad
radica en la búsqueda de canales alternativos para expresar prácticamente todo.
El 67% de los internautas ubicados en este segmento sube sus propias fotos
a las redes sociales, y su contribución al mundo digital atraviesa por la
creación de memes, videos y hasta “mashups” (contenidos híbridos).
Si estamos hablando de que su mundo es online,
sería obvio pensar que los tópicos tendencia de la mayoría de las plataformas
se debe a que esta tribu digital es la que determina qué clase de contenidos
serán los más populares.
La generación C define su identidad en la interacción social. Ellos son los
que comparten, dan likes, comentan y retuitean mucho más que el resto de los
usuarios.
Son los internautas más activos y hasta cierto punto pueden ser
considerados el termómetro de las redes sociales. Y la viralidad de un contenido es consecuencia de que a la mayoría de
los miembros les gustó un material y lo compartieron.
Para estar a la vista de esta
generación y ganarnos su interés y atención es necesario hablarles en su idioma
y a través de sus medios. Se trata de generar una mayor conectividad entre docentes
y alumnos C.
Un área de oportunidad es
aprovechar sus perfiles de Facebook para conocer sus intereses, habilidades y
proyectos de vida.
Debemos hacerles saber cuál es nuestro
propósito y de qué manera éste se vincula con el suyo. Ellos buscan la
generación de abundancia, autorrealización, balance de vida y carrera y sobre
todo felicidad. Si ambos –docente y alumnos- tenemos claro el “por qué y para
qué” de nuestro trabajo, podemos alinear aspectos como el propósito, el sentido
y la dirección de todas y cada una de nuestras acciones al servicio del bien
común.
Fomentar la credibilidad en nuestro
quehacer docente es indispensable para crear un vínculo con esta generación. Lo
primero que debemos cuidar es la congruencia y
veracidad de nuestros mensajes. Debemos hacerles saber no sólo con
palabras sino con acciones -hacia el interior y exterior del centro educativo-
por qué deben de elegir trabajar con nosotros. Cuáles serán sus oportunidades
de crecimiento, de qué manera podrán contribuir positivamente a la sociedad.
Podemos hacer uso de recursos
como infografías, videos en YouTube, blogs, páginas web, un chat para
interactuar, etc.
Debemos desarrollar proyectos con
objetivos multidisciplinarios, transversales e interculturales. Por su
naturaleza, los jóvenes C no están buscando desarrollar carreras kilométricas
en una misma área, les gusta experimentar más, conocer más, -aquí debemos
rescatar el concepto de educación líquida
de Zygmunt Bauman, estudiado en el Nodo I-.
Para enfrentar con éxito los
retos que demanda la Universidad del Siglo XXI, no solo para generar conocimiento sino también estar a la par con las
exigencias de la Generación C, debemos mejorar y ampliar la infraestructura de
los centros educativos en relación con las tecnologías de información y comunicaciones,
para así reducir las divisiones en cuanto a la aplicación de las tecnologías
digitales.
También debemos introducir planes
de estudio más flexibles y menos especializados, el fomento de programas y de
carreras de duración más reducida, la creación de un marco normativo más
adaptable y el establecimiento de sistemas de financiamiento público que animan
a las instituciones a responder a las demandas del mercado en cuanto a calidad
y diversidad.
Debemos redefinir el
currículo. Mejorar los contenidos supone
enseñar otras cosas. Cosas que sean útiles hoy para entender el mundo que nos
rodea, saber seguir aprendiendo, poder enfrentar situaciones nuevas, sentirse
cómodo y poder trabajar en equipo.
Debemos formar de manera
permanente equipos de académicos y pedagogos que actualicen los contenidos del
currículo; ayudar a las escuelas o a los grupos de estudiantes que no logren el
estándar nacional para alcanzar estándares nacionales, etc. Alentar y sostener
experiencias de mejoramiento de la enseñanza, pagar viajes de estudio, fomentar
la participación en certámenes internacionales, etc.
El docente ya no debe ser el eje
rector del aula, sino realizar las funciones de un director técnico. El docente
no está dentro del campo de juego como un jugador más (aunque lo esté con un
rol diferenciado) sino que está afuera aconsejando, entrenando, orientando.
Alguien que sabe reconocer las capacidades potenciales de cada uno y le ayuda a
desarrollarlas, que puede proponer y acordar actividades diferenciadas para
cada jugador para balancear su formación e incrementar sus competencias.
Los docentes de hoy no están
preparados para enseñar los contenidos del Siglo XXI entre otras razones porque
no fueron formados para ello. Se requiere un esfuerzo fuerte de capacitación
masiva y cambiar los currículos de la carrera docente. Sin embargo, esto es
costoso y largo. Actualizar todos los docentes en servicio no es tarea de un
año o dos, y requiere de una política sostenida a lo largo de por lo menos dos
lustros por conducciones educativas de diferentes signos políticos. Pero, por
otro lado, esto no es más que lo que se está haciendo en muchos otros sectores
de la sociedad, que también están encarando procesos de transformación
estructural.
El alumno ya no debe ser
solamente un escucha y un escriba sino debe convertirse en el protagonista de
su proceso de aprendizaje. Es quien hace, y a través de eso, quien aprende.
Desarrolla competencias para pensar y para hacer. Tiene un compromiso con sus
propios resultados.
Finalmente, debemos crear una
infraestructura de edificios y recursos didácticos y tecnológicos mucho más
diferenciada y completa. Así como no creemos que una fábrica pueda producir sin
insumos, tampoco podemos pensar que un docente y los alumnos pueden trabajar
sin herramientas. No hay manera de dar buena educación sin pensar las escuelas
y las aulas como centros de recursos de aprendizaje. Esto incluye computadoras,
pero aunque son un elemento imprescindible hoy, no son el elemento más
importante. Conseguir mejores espacios para enseñar y aprender, laboratorios,
computadoras, bibliotecas, además de implementar procedimientos administrativos
y características de organización modernos y eficientes, que es lo más duro de
lograr, porque supone pelear no sólo con el viejo paradigma de organización de
la educación sino también con el de la burocracia pública.
Así como está cambiando la
sociedad, también debemos cambiar la escuela.
De acuerdo a mi experiencia como
docente tanto a nivel presencial como en línea, me doy cuenta de que a nivel presencial es donde se
observan los cambios más dramáticos en la creación y socialización de nuevos
conocimientos y saberes. El problema de
la educación en línea es que muchos estudiantes solamente la toman como una
actividad marginal de su actividad laboral (si tienen tiempo libre, realizan
las tareas o actividades escolares, si no, solamente le dan prioridad a su
actividad laboral), lo que impide un intercambio efectivo de información entre
el tutor en línea y el alumno. Aunque si
se realiza un proceso académico adecuado por parte del alumno, basado en la
responsabilidad que otorga el autoaprendizaje y la educación en línea, sumado a
las grandes aportaciones que han significado la utilización de los recursos
educativos abiertos (REA), los MOOC, los repositorios digitales, el software
educativo y otras herramientas tecnológicas y metodológicas, el aprendizaje en
línea, la creación, socialización y distribución del conocimiento se puede
catapultar a niveles insospechados.
Si bien es cierto que los
recursos tecnológicos provocan en primera instancia una atracción motivadora en
los estudiantes, no siempre logran obtener una mayor implicación, participación
y compromiso activo de los alumnos en el proceso educativo.
El problema que tenemos como
docentes es transferir progresivamente el interés de los estudiantes desde la
tecnología al contenido.
El trabajo autónomo de los
estudiantes, necesario para obtener los aprovechamientos que buscamos, tiene
como gran obstáculo el que los estudiantes están habituados a que se les
controle y monitoree desde fuera, sin tener muchas veces la autodisciplina, rigurosidad
y cuidado que depara una tarea de las características que intentamos
implementar.
Por ello, es importante
considerar la posibilidad de enseñar no solamente el uso de las tecnologías
como medio didáctico, sino también el desarrollo de estrategias y habilidades
tanto cognitivas como metacognitivas asociadas a dichas tecnologías, para
iniciar el proceso de construcción de esa autonomía.
Una herramienta que atrae un alto
grado de interés y participación por parte del alumnado es el uso de Internet,
herramienta que utilizan, para diversas finalidades, tanto aquellos que
obtienen buenos resultados académicos como los que obtienen peores resultados.
Este interés casi universal nos hace pensar que Internet puede ser una
herramienta especialmente apropiada para captar la atención y la motivación de
aquellos alumnos con resultados escolares más pobres.
Otros de los recursos más
utilizados por los alumnos son el correo electrónico, programas de
productividad (procesador de texto, planillas electrónicas, bases de datos,
programas de diseño), Weblog (Bitácoras
personales), Wiki (Composición de un texto en línea por varios usuarios),
Webquest para las asignaturas y proyectos, software educativo en general,
simuladores, entornos virtuales de aprendizaje de libre distribución, tipo
Moodle, Chat, foros, Videoconferencias y Skype.
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